El reciente levantamiento del embargo camaronero que impuso Estados Unidos a México supone una luz de esperanza para especies como las tortugas marinas, que ahora podrán sortear mejor las redes camaroneras obligatoriamente provistas de dispositivos que evitan que estas especies mueran por asfixia al ser atrapadas incidentalmente.
El pasado viernes 28 de octubre, al realizar investigación en la Costa michoacana, concretamente en el municipio de Aquila, se observó la muerte inusual de tortugas marinas conocidas como negra y golfina. Comuneros indígenas de El Coire afirmaron que es un fenómeno que ya se estaba presentando días antes. Intrigados por el fenómeno y con la finalidad de poder determinar las causas de la mortandad que todavía está ocurriendo en la costa michoacana, en un encuentro fortuito, biólogos de la UNAM, la UMSNH y comuneros que hemos trabajado con estas especies marinas, realizamos un recorrido en lancha por el litoral de la Comunidad Indígena El Coire. Lo que se observó es grave. En las playas de El Faro de Bucerías, La Llorona, El Cangrejal, Ximapa y Colola, se registraron alrededor de 30 tortugas muertas arrojadas por el mar. Más aún, en el mar se localizaron otras tantas flotando, una de ellas en estado agonizante. Estos registros de ejemplares muertos en el mar no fueron resultado de una búsqueda exhaustiva, lo que indica que esta cantidad pudiera aumentar significativamente si se realizara un análisis más profundo. Estas playas, junto con la de Maruata, constituyen el principal sitio de anidación a escala mundial de la tortuga negra.
Dos cosas llaman la atención de este fenómeno: los ejemplares muertos son juveniles (menores a 60 centímetros de largo) y machos adultos de tortuga negra. Por reportes en playas cercanas como Ixtapilla y Las Brisas, esta emergencia ecológica se ha extendido a la tortuga golfina. Dicha especie arriba a desovar por centenares en esas playas, las que ahora presentan una cantidad importante de ejemplares muertos sobre ellas. Cabe aclarar que en esta misma región también se han encontrado delfines muertos.
En primera instancia, y ante la evidencia de que algunas de ellas tenían el abdomen abierto por un costado, se supuso como responsable a la actividad camaronera que se desarrolla en la región o a la colocación de redes con una abertura de malla que podría capturar tortugas. Para el caso de los camaroneros, y sin que signifique que esto no pudiera ocurrir, realmente el evento actual de mortandad de tortugas no les es atribuible. El resto de tortugas presentan evidencia de muerte por otros motivos, de hecho, el juvenil moribundo observado es testimonio de que otra es la causa de estos decesos masivos de tortuga marina. La ausencia de marcas de redes o lesiones por producto de ellas en las tortugas muertas encontradas, también descarta la posibilidad de que sean por artes de pesca no apropiados para una zona de reproducción de estas especies.
Esto implica voltear hacia otro lado para encontrar alguna posible explicación, lo cual no es tan sencillo al no contar con estudios actualizados de carácter fisicoquímico y biológico del mar. Algo que es evidente y que coincide con otras partes del país y del mundo, es la proliferación de una especie de invertebrados, cuyo aumento de población se asocia al deceso de tortugas.
Estamos hablando de un pequeño animal parecido a las medusas o aguamalas de 10 centímetros de longitud, con apariencia de barril y que forma rosarios de individuos de varios metros de largo, un tunicado cuyo nombre científico es Salpa máxima. Esta especie se encuentra comúnmente distribuida en diferentes mares del mundo, pero en los últimos años su población ha aumentado hasta diez veces. Los efectos de estos invertebrados sobre las tortugas pueden ser indirectos y directos. Indirectamente, el aumento en la población de cualquier organismo ocasiona desequilibrios en el ecosistema que se desarrolla. Se ha observado en otros lugares del mundo que el aumento de esta especie de salpa existente ahora en la costa michoacana, altera la cadena alimenticia, por ejemplo, al entrar en competencia con especies de mamíferos que también se alimentan de pequeños organismos que se encuentran flotando en el mar (plancton). De ser así, y dado que la muerte se presenta en juveniles y machos adultos que preferentemente se encuentran frente a estas regiones costeras, la presencia excesiva de las salpas pudiera haber originado algún tipo de disturbio que ha repercutido en las fuentes de alimentación de las tortugas que habitan permanentemente en el lugar. La poca incidencia de hembras de tortuga negra muertas puede explicarse porque sus áreas de alimentación se encuentran a centenares de kilómetros de las de anidación.
El aumento de la población de salpa está asociado con los afloramientos de algas marinas y la disposición de nutrientes. En este sentido, los pescadores registraron un cambio drástico de la temperatura del agua la cual decayó en pocos días. Cuando esto ocurre, y considerando que el agua fría es mas pesada, se favorece el afloramiento de nutrientes asentados en el lecho marino lo que se traduce en un aumento en las poblaciones de diferentes formas de vida marina.
Las salpas también tienen una cualidad que directamente puede estar afectando a las tortugas: fijan bióxido de carbono y evitan que se vaya a la atmósfera. Por ello se ha propuesto favorecer el aumento de su población como solución biológica y favorecer la captura de este gas de efecto invernadero. Pero dadas las consecuencias que actualmente se están observando con su aumento de población, dicha propuesta ha sido desechada.
En condiciones normales, las tortugas se alimentan de medusas y salpas. Pero cuando éstas últimas son abundantes, pueden constituirse en su dieta principal o única y ocurre un fenómeno natural que pudiera explicar las muertes de tortuga: la liberación del bióxido de carbono en el tracto digestivo de los animales que las ingieren, como algunos estudios ya lo han demostrado.
Las consecuencias de llevar este gas al tracto digestivo es que lo torna más ácido, pero lo más importante, es que es un gas asfixiante, que puede causar la sofocación en minutos y dependiendo de la concentración, puede narcotizar y llevar a la muerte. Si tomamos como referencia a los humanos, los efectos del bióxido de carbono pueden traducirse en edema cerebral. De ser esta hipótesis cierta, esperaríamos que la disminución en la población de salpa se traduzca en el descenso de muertes de tortuga marina, algo que solo el tiempo aclarará. En ambientes controlados se han registrado casos de delfines con fuertes reacciones estomacales después de haber ingerido salpas.
Por otro lado, no habría que bajar la guardia ante otros eventos industriales que están ocurriendo en la costa michoacana, concretamente, en el puerto de Lázaro Cárdenas, como otra posible causa del deceso de tortugas. Urge un análisis que nos permita aclarar esta situación con miras a prevenir un evento similar en el futuro. Para ello, las autoridades del ramo tienen la palabra.
Artículo en: Jornada Michoacan.
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